miércoles, 3 de agosto de 2011

Incontables cuentos. El Tercero.

Arriba vamos. A Humahuaca, subiendo la cuesta con la canadiense a cuestas. Me cuesta. Me cuesta soportar sus insinuaciones. Me cuesta respirar. Me cuesta entender que catso estoy haciendo aquí. Pero ya Juli me dijo una vez, desde vaya a saber dónde, "Papá, esto no es para entender". Y eso lo entiendo, aunque nunca llegué a saber si la voz vino de afuera o adentro. Is there anybody in there?

Qué puedo hacer en La Puna? Apunarme, claro. Esos seiscientos metros de diferencia entre Pumamarca y Humahuaca me arruinan la cabeza, el ánimo, el humor y las ganas de todo. Por más té de coca, no funciono. Jackie se esmera, pero me pone peor. Al cabo me quiero ir a dormir, y Jackie desenbolsa un libro. Me dice: "Vi que andás con ese osito siempre con vos. Creo que debes leer este libro". Y me lo da.

Aquí, dos paréntesis, mejor dicho cuatro. (Al osito lo encontramos con Juli en nuestro último viaje juntos, en la estación de tren de Sceaux, en Paris, un par de meses antes de que la mataran. Me dejó una colección de fotos del osito en París. Siempre está conmigo).
(Desde que Juli se fué y hasta ese día en Humahuaca, no leo un libro completo. Sólo abro en cualquier página, leo y sé que hay ahí para mí).

Me voy al hotel y me encierro a leer el libro. Una anciana indochina que perdió todo es llevada como refugiada a París. Ella lleva consigo lo único que se salvó de su familia, un bebé. No habla el francés ni entiende nada de lo que pasa alrededor. Jamás suelta al bebé. Termina en un hospital para enfermos mentales. Sólo al final nos damos cuenta de que el bebé es sólo un muñeco...

Y ésto qué quiere decir? Que hay en esta historia para mí? Que estoy loco? Que el osito al que me aferro es lo último/único que me queda de Juli? Qué? Qué? QUE!?

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