jueves, 29 de septiembre de 2011

Yo judío. (I)

La vieja me parió tarde. Nos repartimos las responsabilidades. Ella dejó pasar las contracciones sin mayor atención, y yo, claro, la estaba pasando bomba así que para qué salir. Cuestión que la sufrimos los dos. Parto largo y doloroso para los dos. Obvio lo de ella. Lo mío debe haber sido más jodido que lo normal, no guardo recuerdo ni fotos para Facebook, pero la cuestión es que me vinieron a buscar con un cucharón y me sacaron a la forceps. No exactamente una bienvenida.
Cuestión que al cabo y en su cama, a la mama le trajeron el crío, su primero, amarillo y achinado, tanto que pensó que se habían equivocado y que su hijo estaba entonces en brazos de una coreana. Pero no, estaba ictérico e hinchado nomás. El enfermero que ayudó al parto le dice que tiene que llamarme David, que en su delirio de dolor, la vieja se la pasó gritando: "Jesús! Hijo de David! Ten piedad de mí!"
Quizá a mamá le hubiera gustado ponerme David, pero en su contexto familiar eso era imposible. Tanto padre como esposo decididamente germanófilos y antisemitas. Me cagó un poco con lo de Ivan, esto de llevar el nombre del padre, ya sabés. Pero por lo menos le cambió el nombre a papá por Ivo, y yo decididamente nunca fuí un Ivo, aunque el viejo nunca dejó de fascinarme con su carácter, tenacidad e inteligencia. Y su habilidad para sobrevivir a cualquier contingencia.
Muy temprano me inundé en una familia racista. Mi abuelo Arturo supongo que simpatizó con mi viejo por eso. Papá era un croata inmigrante pata sucia entonces y mamá una chica de la alta sociedad de Buenos Aires. El abuelo tenía un radar para detectar judíos. Entraba a un cine y decía: "Tercera fila, cuarto asiento a la derecha". Todos sabían que su radar había encontrado un objetivo. Murió cuando yo todavía era bebé, pero me dejó una cicatriz que abarca mi pecho. Yo tenía un pequeño angioma y mi abuelo odiaba la imperfección. La cicatriz creció conmigo.
Papá despotricaba a diario contra los judíos. Por contagio con su germanofilia, supongo, aunque tampoco me explico esto. No había judíos en su Croacia natal y los alemanes lo trataron más que mal cuando peleó junto a ellos en la Segunda.
Pero la experiencia me sirvió, el viejo hablaba porquerías de los judíos y no sabía que yo, con cuatro años apenas, estaba enamorado de Juanita, la chica de la esquina. Y Juanita era judía. Aprendí muy temprano que los padres se equivocan también. Juanita no tenía nada de la mierda con que el viejo le tiraba. Aprendí muy temprano también que sólo el amor vence al odio. Mucho más tarde Julieta me enseñaría que sólo el amor vence a la muerte también. Tan bien.

Yo judío. (II)

Idische kopf. Cabeza de judío. Así me decía mi jefe en Lever, a medias me confirmaba mi compañero y amigo, Mario. Hice carrera en una compañía judía porque pienso como judío. Si a alguien puedo atribuirle mi cabeza de judío será a mamá, que al cabo resultó una buena idische mame. Sola y contra viento produjo tres profesionales y una nena eterna que es Marilú mi hermanita. Ningún doctor daba 5 guitas por la vida de Marilú y mamá nos juntó y la sacamos viva, jovial, inteligente. Es una bendición.

En mi familia se respetaba y más bien se sentía cariño por los paisa. De hecho, el primer y último esposo de Ale es hijo de judía y por lo tanto paisanito. Y Juli, que se flipeó con un chino en Vancouver y un negrito en París, tenía una decisión difícil de amor. Dos Sebastianes le arrastraban el ala, como decía la vieja. Uno, oscuro y de esos que te amenazan con el suicidio para lograr lo que quieren. Le dicen el anticristo. No mi candidato favorito. El otro, paisanito aunque no lo sintiera, hijo de paisa, para mí paisa es. Este Sebastián, dulce, inteligente, hermoso. Juli lo eligió y yo respiré más tranquilo.
Yo te agradezco Sebastián que hiciste del último año el más feliz de la vida de Juli. Y si, quizá, si hubiese elegido al anticristo, no hubiera hecho ese viaje fatal con su novio. Pero Juli murió en estado de gracia, haciendo lo que amaba, ayudar a los niños necesitados y jugando al truco con sus amigos. Sus últimas palabras fueron: "Falta envido!"

Qué decís? Macaneaba o estaba cargada? Yo creo que tenía 33 de oro.

Yo judío. (III)

Los pueblos sufrientes leen mi dolor. Los negros, los judíos, los nativos americanos. Yo fuí nativo norteamericano me dijo una medium abriendo mis registros akáshicos. Jack el Navajo me lo confirma.
Jack es uno de esos personajes ante los cuales te callás y escuchás. Fué soldado para los yankis en cuatro guerras. Dos Iraks, Afganistán y Panamá. Tiene el cuero lleno de agujeros. Ya no puede andar ni respirar bien. El gobierno puto gringo no le da un mango. Cuatro guerras, malherido en cuerpo y orgullo, humillado nuevamente por el ejército que destruyó su nación. Qué cosa, Jack! Siento que no se puede ser navajo y yanki. Pero callo. Jack habla.
Al cabo se viene la despedida y Jack me regala una piedra:

"Cuando entramos a Panamá para sacar a Noriega se me acercó una señora y me dió esta piedra. Era su agradecimiento por echar a Noriega, que había hecho decapitar a su hijo."

La piedra está desde entonces en la Julia. Ahí, al frente, vistosa, blanca, verde y naranja. Parece un mapa 3D. Las cosas vienen a mí, y así como vienen, se tienen que ir. Como Juli.
Acá estoy en Panamá, y la Julia se rompe en una ciudad que se llama David. No tengo un lugar que se llame Ivan, pero acá estoy, en uno llamado David. Para qué?

El mecánico se rompe el tuje por arreglar la Julia. Un rancho, apenas tiene luz y unas pocas herramientas. Su hija sabe tanto como él de mecánica y hacen un equipo perfecto. Me emociona. Cuando finalmente la Julia está lista, me cobran una miseria y me ofrecen quedarme a dormir en su casa. Pucha que es generosa la pobreza. Declino pero algo quiero hacer. Y veo la piedra. Y me digo que la piedra quiere quedarse. Estoy en David, soy David, y esta piedra, que no mató Goliat pero que está cargada con historia, con esa red infinita de relaciones que es el mundo, que somos nosotros, que será la dios, digo yo, esta piedra se queda, cumple su destino, y con ella el mío y no sé que significa pero se siente tan bien darle esta piedra a este hombre, esta piedra y esta historia que por generaciones será contada otra y otra vez. No está en los diarios, pero la piedra volvió a Panamá. Y algo se serena en mi alma.