sábado, 13 de agosto de 2011

Cinco corazones cinco.

La Malfatta. Alegre mesa internacional de couchsurfers. Jugamos Yanif, el juego de cartas israelí que couchsurfers y backpackers andan diseminando entre la cofradía global. Acá tenemos a Dani, la melanco almita sabra que me toca el cuore con sus canciones en hebreo. Ella imparte reglas de Yanif.
Pierdo una mano que estaba a un tris de ganar. Y pierdo con una sola carta que podía haber sido ganadora, pero no. Es el cinco de corazones. Interrumpo el juego para contar una historia, esta historia entre comillas.

"Estábamos con mi amigo Meric en Flagstaff por jugar unas manos de poker. Meric cree que el mundo, nuestra vida, todo, es nuestra elección. Yo creo que vivimos nuestro destino y sólo podemos elegir cómo vivirlo, venga lo que venga. Una vez más, entablamos inútil discución. Meric me desafía a sacar una carta del mazo, si él saca la más alta, él tiene razón. Si no, él me da la razón y reconoce que el destino es real.
Yo no uso el azar para eso. Sólo para tomar decisiones, que es una forma de reconocer que no sé nada y que la mente y el deseo y mi voluntad me equivocan.
Meric es tozudo e insiste. Le sigo la corriente para poder jugar al póker. El saca una dama, yo un cinco de corazones. El estalla en júbilo triunfal. Yo no le reconozco sus convicciones. El insiste en que saquemos otro par de cartas, ya dos veces no sería tanta casualidad y reforzaría su punto de vista. Yo mezclo las cartas y quiero jugar póker. Cedo por segunda vez y volvemos a sacar cartas. El, un diez, yo... el cinco de corazones.
Ya Meric está más curioso que convencido. "Cómo hiciste eso?" Yo no hice nada, sólo ocurrió. "Dejame que yo mezclo". Yo también estoy curioso... e inquieto. La tercera vez, no recuerdo qué sacó Meric. Pero él, y yo, y espero que ustedes recuerden, que volví a sacar el cinco de corazones. Ya no me asombro, sólo registro y lo cuento, como ahora."

La mesa de Yanif en silencio. Veo sonrisas nerviosas. Nadie quiere pensar que la vida ya está trazada. La mente se niega a lo que la mente no entiende. Alguien se atreve a preguntar.
"Y qué significa para vos?"
El cinco es mi alma, es también Jesús, me han dicho. No soy religioso pero creo que el mensaje es el de un hombre que se sacrificó por los demás. Como podemos hacerlo nosotros en cada momento de nuestras vidas. El cinco es mi alma que está aquí para el sacrificio por amor, que es lo que veo en los corazones. Y para perder el miedo, que es la constante de mi vida. He sufrido el miedo y estoy para encontrar mi coraje. Coraje y corazón tienen la misma raiz. El coraje está en el corazón, el miedo, en la mente. El miedo esencial que compartimos es a la muerte. Y sólo el amor vence a la muerte. Lo sabía Jesús, me lo dijo Juli. Eso sí es algo que ahora sé.
En cuanto a  Meric, antes de despedirnos le dibujé en su moto tres cincos de corazones y le escribí, tres veces, "Choice! Choice! Choice!"
Hace poco me escribió y me dijo que era lo que ahora estaba experimentando en su vida. Su conciencia del mundo y la vida ha cambiado.

La mesa de Yanif en silencio y vamos por otra mano. Dani reparte cartas. Levanto la primera que me da. La muestro a todos. Es el cinco de corazones. "Alguien cree que esto es casualidad?", pregunto. El silencio hace ruido.

No sé quién ganó la partida. Creo que todos, un poco.

jueves, 11 de agosto de 2011

El Abrazo.

Puebla. Aquí estoy, después de una maratón desde Baja California. Sólo para esto. El casamiento de mi amigo Marc. Marc, el que ayudé a cruzar la frontera entre Canadá y Estados Unidos. Para que llegara a brazos de su novia. Sólo que... ésta es otra novia. Parecía que mi pequeña hazaña de amor había terminado mal. Pero no. Marc me presenta como el que lo ayudó a llegar a Berkeley y conocer a ésta, su esposa en ciernes. Laura. Mexicana. De Puebla.
El casamiento es civil. El religioso lo harán en Barcelona, para alegría de los padres de Marc, y sosiego de los padres de Laura. Porque Marc es catalán y ateo. Y qué?
El casamiento civil deviene como en cualquier lado, mucha espera, matrimonización por orden de llegada, ceremonia sencilla y rápida. A mi me toca de fotógrafo. Por alguna razón, la juez de paz interrumpe la ceremonia para alentarme a hacer lo mío: "Saque fotos! Saque fotos!" Saco fotos.
Al cabo, salimos todos del recinto y hacer las congratulaciones que corresponden. Yo estoy bien. Alegre. Entre amigos. Dejo a la novia para lo último. El penúltimo es el padre de la novia. Que la abraza. Y la abraza. Y le susurra al oído. Y no la suelta. Y se funden padre e hija en rito ancestral. Que yo no podré con Juli. Y lloro. Y lloro. Y ahora las teclas de esta compu están mojadas.