viernes, 22 de julio de 2011

La Princesa y el Asesino.

Huimos del calor de La Paz. Cuarenta grados y ochenta de humedad. A la noche sin aire acondicionado le pongo agua a mi cuerpo y me tiro mojado a la cama. El refresco dura un refresco y vuelta a pasar los huevos y el resto por agua. Mi humor empeora y ya no ando en bici, ni nado en esa sopa que ahora es el Mar de Cortés, ni nada. Huimos de La Paz. La Internet dice que el único lugar fresco en Baja California Sur es Bahía de Tortugas, donde la máxima equivale a la mínima en La Paz. La Paz os doy, yo me rajo a Tortugas.
Son setecientos kilómetros, a mitad de camino palmo y busco un lugar para pasar la noche. Encuentro un hotel con su playita. Todavía Mar de Cortés, todavía calor insufrible, pero estoy cansado. El hotel está desierto. Encontramos a los dueños y hacemos un arreglo por la noche, pero no hay aire acondicionado. Otra vez sopa (de Cortés). Nos invitan a cenar y charlando charlando conocemos a los anfitriones, Beti y Edy.
Beti puede que sea sesentona coqueta o cuarentona desgastada, pelo rubio Preference, muy tostada, bajita, tanga que cuelga de un culo que da lástima. Botox aplicado con generosidad, las cejas trazadas con lápiz bordó. Edy cuarentón, morocho bigote mexicano, lampiño, sonrisa blanca y permanente. Buen lomo, cuidado.
Beti es hermana de un tipo de guita en Tijuana. Se vinieron a vivir al hotel de su hermano después que pasó lo que pasó hace dos años.
Hace tiempo que no veo informativos ni creo lo que me dicen que dicen los medios, y esta es la primera vez que tengo info de primera mano. Paso a relatar.
Beti target de secuestro pero los guardaespaldas no le duraban. Se sabe, fiestera es, al cabo se cansaba de ellos y que pase el que sigue. En una cae Edi, y con éste sí, hay amor y lleva años. A Beti le sigue gustando la noche y una noche en un bar, mientras Edi se fue a hacer pis, a Beti le dicen que afuera tiene un llamado del doctor del Botox, ridículo señuelo que ella muerde, asoma la cabeza y recibe tremenda piña y paseo apresurado en brazos de secuestradores. Edy se da cuenta de que algo pasa, corta el chorro y sale, supongo que con la bragueta abierta, al rescate de su amada. La rescata, desmayada pero salva. A los malandras los salva también de todo proceso jurídico. Los limpia, los despena, bah, los mata a todos. La muerte es el negocio de Edy y él es impecable.
La muerte es la reina de Tijuana. Nos cuentan de balaceras y asesinatos cotidianos. De primera mano, vistos con los ojos de mis anfitriones. Por dinero, por drogas, por una mina, porque es así. "La vida no vale nada, no vale nada la vida". Los aztecas creían que no importaba cómo vivieras, pero sí cómo murieras. Para cada tipo de muerte tenían su paraíso/infierno específico. Los mexicanos han ampliado notablemente la cantidad de ámbitos post-mortem.
Me voy a dormir con cierta inquietud y un montón de calor. No hay ducha que me enfríe, da lo mismo la de la derecha o la de la izquierda, ambas salen calientes.
Me subo a la Julia, la pongo contra la orilla del mar, aire acondicionado bajito con motor encendido, música suave y puede que mañana tenga batería, puede que no. Puede que el motor se recaliente, como puede que no. Puede que esta noche vengan a secuestrar a Beti o a ajustar cuentas con Edy, pero puede que no y yo ya no doy más del sueño y mañana no es ahora. La Julia está fresquita y me arrulla con una canción de Juli: Io con te, partiró... ¿Qué muerte me espera? La que yo espero es la que me lleve a unirme a ella. Per secula seculorum.

jueves, 21 de julio de 2011

La Princesa y el Asesino. (Segunda parte).

Sale el sol, rituales matinales y los buenos días de Edy. Nos sentamos junto al mar a tomar mate. El durmió en la playa. A veces, cuando no soporta el calor, duerme en una colchoneta medio inflada, en el agua.
Edy fue echado de casa por su padrastro a los seis años. Su padre ya lo había abandonado antes, nunca más supo de él. Chico de la calle, drogón, dealer. Sin embargo estudió y entró en el Ejército y eso cambió su vida. Se volvió hombre de confianza de un general que lo utilizaba para limpiar malhechores. A veces, policías corruptos. Nunca mujeres ni niños. Sentís algo cuando matás? No. Conocés la historia del samurai que dedicó 10 años a buscar a un hombre para matarlo? No. Bueno, cuando lo encuentra y lo acorrala, saca su espada y en el momento final el otro lo escupe, y el samurai se pone rojo de ira, guarda la espada y se va. Sabés por qué? No. Porque un samurai no puede matar con ira. Tiene que estar calmo. Edy sonríe y asiente. Asesino es una palabra griega, me dice. Es el profesional de la muerte. Hay quien mata por pasiones, por dinero, por pura crueldad. Los asesinos venimos al mundo a matar la escoria. Somos parte de un plan. Yo recibí un balazo en la cabeza y sobreviví. También tengo otros balazos y cuchilladas. Y sigo vivo. Creo que Dios tiene planes para mí. Yo mato a los malos. Y también trabajo para que este México que quiero tanto sea mejor. Estoy organizando acciones ciudadanas directas, organizando comunas calle por calle. Ya logramos que se trate una ley para obligar a los corruptos a que gasten lo que roban aquí en México y no afuera. Y otra para que en lugar de poner a los narcos en la prisión, donde la pasan bomba con nuestro dinero, los pongamos a trabajar para la sociedad con un brazalete electrónico, no para localizarlos, sino directamente una bomba que explota cuando el preso se sale de los límites que se le fijan. También tenemos una propuesta para que la droga que se decomisa, en lugar de quemarse se venda a Suiza, a los laboratorios. Ya logré aquí en mi pueblo que se me diera la basura, y con el dinero del reciclaje instalamos cloacas para todos y salvamos al río.
Hace rato que vengo preguntándome adónde se fueron nuestros héroes. Y ante Edy, un asesino, ex-mano de obra del Estado, revolucionario de base, me inclino. El poder le teme. Incluso lo pusieron entre los más buscados por narco. Logró limpiar su nombre gracias al viejo general. Y sigue. Y no va a parar hasta que lo paren.

miércoles, 20 de julio de 2011

La Princesa y el Asesino. (Tercera parte).

El Diario de un Soñador. Así se llama el libro que está escribiendo Edy. Le pido que me lo muestre y se le encienden los ojos de niño. Trae una pila de cuadernos, hojas sueltas y hasta un rollo de varios metros, todos a pulso por él. Ahí están sus experiencias, sus sueños, sus ideas políticas. Escribe y escribe un testamento que sólo tendrá algún valor cuando lo maten. Los aztecas creen que no importa como vivas, sino como mueres. A cada muerte le corresponde un distinto paraíso, no sé de infiernos aztecas. Quizá es éste nuestro infierno. Quizá, como me dijo un rabino ortodoxo, los muertos somos nosotros. No puedo pensar en una muerte tranquila y vieja para Edy. Es un héroe, y los héroes van hacia la muerte a sabiendas y con coraje. Como lo supo Jesús, como lo dijo Martín Luther King, como más de un terrorista, como el Che, como nos dijo Julieta una semana antes de morir: "Sé que me juego la vida, pero tengo que hacer lo que tengo que hacer". Nosotros, los cobardes, hablamos, opinamos, tomamos partido. Pero quién está dispuesto a poner la vida en juego en ello? Pocos, muy pocos. Los héroes.

En medio de los escritos del soñador encuentro una carta de amor. De amor a Beti. Este hombre que habla con el corazón me llena el corazón con su amor. La noche anterior a solas Beti me dijo que se iba sola a Grecia a conseguirse un griego. Quizá sea lo mejor. Detrás de un gran hombre siempre encuentro a una gran mujer que no luce pero sostiene. A Beti sólo le interesa la noche, el alcohol, la droga y la fiesta.

Al partir, Edy me regala un buen mapa, casualidad (?) que abarca exclusivamente el área entre La Paz y Tortugas. Y un bastón tallado, creo que chino. Ahora tengo un bastón diné y uno chino. Hace mucho tiempo, los Registros Akáshicos me dijeron que fuí nativo de Norteamérica y también chino en pasadas vidas. Será que estos bastones volvieron a mí? Al partir, quiero darle algo a Edy. Algo de mi propia heroína. Veo la llamita jujeña de Juli y los dados asienten. La llama que llama. Que llama a la muerte. Esto es de Juli, te deseo Edy una buena muerte y que cuando te llame, te reciba Juli con su Gioconda sonrisa.

martes, 19 de julio de 2011

La Princesa y el Asesino. (Maldito Epílogo).

Vuelta de Bahía Tortugas a La Paz. Paro de vuelta en lo de Beti y Edy. Todo igual o parecido, pero esta vez me concentro en Beti. Y charlamos. Y escucho. Y entiendo. Y me pongo triste, triste.

Que Edy es alcohólico. Bueno, sí, lo sabía.
Que Edy es adicto al crystal meth. Ugh, feo.
Que Edy se gasta todo en eso. Y, bueno, supongo.
Que una hija de 17 acaba de parir y él ni va. Hum, esto ya me pone cabrón.
Que la otra hija perdió el año de Uni por falta de dinero, que él se gasta en vicio. Edy, la puta madre que te parió.
Que Edy encontró a Beti desmayada en la puerta del bar aquella noche y que no mató a nadie. Gracias, ahora me siento un boludo.
Que casi todo lo que cuenta es pura fantasía. Y esa es mi info de primera mano. Mierda!

No soy cronista, soy escritor. El blog se llama "Qué es que sé?", y la respuesta es, claro, "Nada". Pero créame, créeme, creedme, me siento mal de haber comprado a Edy como héroe. El "Diario de un Soñador", es real, sí, le debo a Edy contagiarme de una ilusión de unos días.

Por la mañana ya está borracho y no para de hablar. Me dice que quiere venir a La Malfatta a trabajar. Me dice de sus ideas para arreglar México, el mundo.
Le digo: "A nadie vas a ayudar vos, si ni siquiera ayudás a tu hijas. Te odio Edy. Yo perdí a Juli y vos arruinás la vida que creaste. Te odio".

Adiós Edy. No te deseo la muerte. Seguí soñando y sobreviviendo tu infierno.

lunes, 18 de julio de 2011

The boat guy.

Bahia Tortugas, fresh, sunny, small fishermen town, cooler Pacific waters, absolutely non turistic. 200 km of dusty road across the Biscayno desert. I thought I knew the desert, but this is a nothingness full of sand and salt.
At the small motel I meet Charly. He is part of a group of yankees who come here to spear fish. It is his first time to try a sport, free diving fishing with spear, which I do not dare to try still. He speaks both English and Spanish, but his Spanish is clearly Cuban. He is white, calm, seems in his late forties, good looking and very good vibes.

"I was born in Cuba in 1957. One night, when I was 6 years old, my father came and told us we were going. He didn't say where. We went to the river, where he had a small boat hidden. We stepped into it. My pregnant mother, my brother, my mother's sister and her husband, their children, my father and me. We were told to keep quiet. No moonlight, dark as hell. We rowed all night to the sea. Once far enough from the coast, my father turned on the little engine. By then, we all new: we were betting our lives to get to the States.
As time passed by, we became increasingly aware of the danger. We could loose our way, we could easily capsize, we could be found by the Cuban Navy and killed on spot. Suddenly a big cargo ship showed up. To our signals, the ship changed course and came towards us. We were shouting and crying of joy: we were saved!
At a point close enough, the ship changed course, and away it went. It was gone. My aunt's husband freaked out and started to scream that we all were going to die. My father, calmly and firmly told him to cool down or he would through him into the sea. We all realized he meant it. We all realized that we were in deep trouble too.
After a while, and literally out of the blue, a submarine came to the surface. It took us a few seconds and a lifetime to realize that the sub was American. Out of it an American-Filipino sailor who spoke Spanish came and told us that the cargo boat was a Soviet ship, that the Americans had caught their message to the Cubans about us, and that the Cubans were heading this way to kill us.
We got ready to jump onto the submarine, but the sailor said it was not possible, the submarine was not fit to rescue and have people in board. This time it was my father who lost his temper. He started screaming and begging for mercy. "We are going to be massacred! You can't leave us like this!"
The sailor just smiled. He then pointed behind us. And American destroyer was coming full steam to us. The year was 1963, just after the missile crisis. I still get the bumps every time I tell this story".

Charly and I became instant friends. He knows my story too, and as he said, "I may forget your name, but I will never forget you".