"Odio a los porteños. Me vengo bancando a uno desde siempre. Cada día, cada mañana, en el espejo.
Me gusta bailar lo que me gusta bailar. Por eso los bailes son en casa y el DJ, yo. Rock, salsa, tango y chamamé. Ni zamba ni chacarera ni gato ni nada de lo que te obligan en el colegio y te distancia de la mujer. El tango cuando viví en la ciudad, el chamamé cuando adopté el campo. En Salta la linda, en Cachi. estábamos en un hostel que de noche se vuelve peña. Dos francesas y una quebequoise en viaje de aventuras. Una más hermosa que la otra. La peña en realidad no es peña, hay un cantor, muy salteño él, vos sabés, poeta, cantor y defensor de la tradición por default. Canta bien, toca bien, y yo lo aplaudo bien. Entre canción y canción me echa una mirada. No se parece a la mía. Quizá le llame la atención mi bella compañía, quizá mi aspecto de viejo lobo. Uso un sombrero negro sólo en mis viajes. Para algunos, de Indiana Jones, para otros de Michael Jackson, en realidad es un traicional sombrero tanguero que compré por ahí, en un ataque de azar. El cantor nos tiene reservada una sorpresa. Baile tradicional a cargo de una parejita de no más de quince, vestidos de tradición gauchesca,-qué mal que suena esta palabra-. Bailan lindo y son lindos, el show se vuelve en algo alegre, a pesar de que chacarera, gato o zamba no es lo mío. El cantor sigue poniéndole música a baile, sin dejar de dispararme una mirada cada tanto. Entre canción y canción, hace comentarios como dueño de la argentinidad,-otra fea palabra-. Al cabo, anuncia que ahora los bailarines serán los espectadores y sin más trámite me invita a bailar con la chiquita. Me niego. Pero me manda a la chiquita a sacarme y al auditorio a forzarme, -¡que baile, que baile!- Acorralado.me levanto y con la nena me dirijo al muere. En el camino le digo que me marque los movimientos. El cantor se hace el plato. En Facebook parece que sé lo que hago y que la estoy pasando bien. El video lo borré. Me gusta hacer el ridículo cuando me gusta hacer el ridículo. Nunca por mandato, mucho menos de un cantor salteño..El turro me hace pasar de chacarera a gato y a zamba y yo, que para todo hago los mismos movimientos, me siento Frankenstein dando los primeros pasos. Quince minutos son suficientes. Le hago una reverencia a mi chiquita y me arrastro hasta la mesa. Menos mal que mis compañeras no entienden un pomo de folclore. La parejita se va y el cantor sigue con su show.-Je, je-, ahora me toca a mí. Distribuyo la palabra clave entre mis compañeros y empezamos a golpear la mesa y a gritar. El resto del auditorio se contagia y es toda una sola voz: -¡Chamamé, chamamé!-. El cantor se disculpa, no conoce ninguno. Le disparo nombres de chamamés famosos. El tipo ataja lo que puede, -¡Ja!- nada. Termina el show en retirada, con un par de canciones que no mueven un pelo y se va arrastrando la guitarra. Ya ni me mira."
El porteño se toma un trago, se recuesta en la silla, y me mira esperando que diga algo. Yo no voy a gastar saliva ni para escupirlo.
Las historias y personajes aquí contados son ficticios. Cualquier parecido con la realidad... es exclusiva responsbilidad de la realidad.
domingo, 28 de mayo de 2017
miércoles, 5 de marzo de 2014
Miedo muerto.
Calingasta. Nos para la gendarmería. Un cabo ojos claros de serpiente me pide papeles de la moto, mi Viola. Le doy. Me pide registro de conductor. Le doy. Cada vez que cumplo con lo que me pide se pone peor, los ojos se le vuelven amarillos, se estrechan, se afinan, se reptilan. Me pide el seguro. Le doy. Me dice que está vencido y que me va a secuestrar la moto. Tiro en secreto los dados. Me dicen: "¡Escapá!"
Pregunto amablemente dónde la dejo, me subo, la arranco y salgo cagando.
El camino es de montaña. De un lado. Del otro precipicio. Voy al taco. No me importa, no me importa, no me importa. Si me muero me muero. Esto es así. Si me toca me toca. No me gusta correr, pero esta vez sí. La Viola se quiere seguir de largo en cada curva. La domo. Y aprieto y sigo y sigo. A 100. A 120. A qué se yo cuánto. ¿Kilómetros o millas? No me importa. Estoy haciendo lo que tengo que hacer. Como Juli que sabía que iba al encuentro de su camión. No da para mirar atrás. Es mi destino, está adelante. ¡Vamos por él! Soy el tipo más poderoso del mundo. De frente a la muerte. Cara a cara. Se la escupo..
El asfalto se vuelve camino de ripio, la Viola empieza a patinar y tengo que aflojar. Morir, si, cuando quieras. Un triste porrazo contra las piedras, no gracias. No tardan en alcanzarme y cerrarme el paso.
"¡No voy a darte la moto! ¡Yo estoy haciendo lo que tengo que hacer! Si tu deber es disparar, dispará nomás y estamos a mano."
El tipo es un teniente. Me mira con asombro. Se baja y se acerca. Me pide que vuelva, que tiene que cumplir con su deber de traerme de vuelta, pero me promete que no me van a tocar ni a mí ni a la Viola. Le pido su palabra de honor y me la da. Chequeo los dados, que aprueban. Nos estrechamos las manos.
Estoy en la oficina del teniente. El cabo Serpiente ronda por ahí con cara de fastidio. El teniente me da un número de fax y me pide que le mande un actualización del seguro desde la próxima ciudad a la que vaya. Me pregunta sobre mi vida, me pregunta sobre Julieta, charlamos un buen rato. Luego me invita a irme. Me acerco a estrecharle la mano. Me dice: "Acabo de perder a un hermano de la edad de tu hija. Te comprendo". Nos abrazamos. Lloramos. Y dos ángeles chocan los cinco en ningún lugar.
Muerto el miedo, es otra la vida.
Pregunto amablemente dónde la dejo, me subo, la arranco y salgo cagando.
El camino es de montaña. De un lado. Del otro precipicio. Voy al taco. No me importa, no me importa, no me importa. Si me muero me muero. Esto es así. Si me toca me toca. No me gusta correr, pero esta vez sí. La Viola se quiere seguir de largo en cada curva. La domo. Y aprieto y sigo y sigo. A 100. A 120. A qué se yo cuánto. ¿Kilómetros o millas? No me importa. Estoy haciendo lo que tengo que hacer. Como Juli que sabía que iba al encuentro de su camión. No da para mirar atrás. Es mi destino, está adelante. ¡Vamos por él! Soy el tipo más poderoso del mundo. De frente a la muerte. Cara a cara. Se la escupo..
El asfalto se vuelve camino de ripio, la Viola empieza a patinar y tengo que aflojar. Morir, si, cuando quieras. Un triste porrazo contra las piedras, no gracias. No tardan en alcanzarme y cerrarme el paso.
"¡No voy a darte la moto! ¡Yo estoy haciendo lo que tengo que hacer! Si tu deber es disparar, dispará nomás y estamos a mano."
El tipo es un teniente. Me mira con asombro. Se baja y se acerca. Me pide que vuelva, que tiene que cumplir con su deber de traerme de vuelta, pero me promete que no me van a tocar ni a mí ni a la Viola. Le pido su palabra de honor y me la da. Chequeo los dados, que aprueban. Nos estrechamos las manos.
Estoy en la oficina del teniente. El cabo Serpiente ronda por ahí con cara de fastidio. El teniente me da un número de fax y me pide que le mande un actualización del seguro desde la próxima ciudad a la que vaya. Me pregunta sobre mi vida, me pregunta sobre Julieta, charlamos un buen rato. Luego me invita a irme. Me acerco a estrecharle la mano. Me dice: "Acabo de perder a un hermano de la edad de tu hija. Te comprendo". Nos abrazamos. Lloramos. Y dos ángeles chocan los cinco en ningún lugar.
Muerto el miedo, es otra la vida.
jueves, 30 de enero de 2014
Cuerdo de amor.
Soy inteligente. Ni me envidio ni me admiro. Es lo que me tocó. Te recomiendo la misma prudencia, hacia mí, hacia vos. Mi amigo Mario me dice que cuando sos un inteligente 5, y te pasa lo que a mí me pasó, te vas a menos 5. Si sos un 9, te vas a menos 9. Soy inteligente pero no genio, y por eso todavía estoy aquí y puedo escribir esto y vos me podés leer. Si viste "Una mente brillante" y querés tener un testimonio de primera mano sobre la locura, seguí leyendo: yo estuve ahí.
Había descubierto el plan de dios y ellos lo sabían y me venían a buscar. Durante semanas no dormía y escribía y dibujaba y avisaba al mundo lo que estaba pasando, antes de que ellos me desaparecieran. Y estaban por todos lados. Y me ardía la mollera de tanto pensar. Escribí hasta un manual de supervivencia para el diluvio y posterior era glacial que se venían.
Eran las 6 de la mañana y mis monstruos y yo no parábamos. No podía parar. Me iba, me iba. De pronto, suena el teléfono. Un llamado, un grito que me arranca del otro mundo. Es Fer, que de la locura conoce el paisaje. Me invita a ir a una sinagoga esa tarde. Fer, que nunca fue a una sinagoga. Fer, a las 6 de la mañana. Algo me hace clic y me doy cuenta de que estoy enloqueciendo. Me acuerdo de la escena de "Una mente brillante", esa que me hace llorar cada vez. Ella toma la mano de Nash y se la pone en el pecho: "¿Querés saber qué es real? Esto es real." Salí corriendo de mi cuarto y fuí al de Ale, me metí en su cama y la abracé, y la abracé, y me abracé a su piel, a su tibieza, a la respiración de su pecho, a los latidos de su corazón. Y floté. Y aferrado a ella me salvé.
Esa tarde fuimos a la sinagoga con Fer. Muy moderna, muy luminosa. Comenzaron los ritos y de pronto sentí todo el peso del dolor judío. Y de pronto se cantaba y se celebraba. Y de pronto todo volvía a ser insondable triste, y de vuelta explotaba la alegría. Y yo sentí a Juli, estaba ahí. Juli era eso. Y lloré a Juli. Y reí a Juli. Y celebré con ella, en ella, su infinita y breve vida. Y agradecí.
"Es en las misteriosas ecuaciones del amor donde he encontrado las respuestas a la verdad del universo". Lo dijo Nash, lo viví yo. En un papelito Juli a los 5 años dibujó dos ángeles y escribió: "Aunque nos mueramos nos amamos". Lo dijo Juli.. Lo vivo, lo vivo, la vivo.
Había descubierto el plan de dios y ellos lo sabían y me venían a buscar. Durante semanas no dormía y escribía y dibujaba y avisaba al mundo lo que estaba pasando, antes de que ellos me desaparecieran. Y estaban por todos lados. Y me ardía la mollera de tanto pensar. Escribí hasta un manual de supervivencia para el diluvio y posterior era glacial que se venían.
Eran las 6 de la mañana y mis monstruos y yo no parábamos. No podía parar. Me iba, me iba. De pronto, suena el teléfono. Un llamado, un grito que me arranca del otro mundo. Es Fer, que de la locura conoce el paisaje. Me invita a ir a una sinagoga esa tarde. Fer, que nunca fue a una sinagoga. Fer, a las 6 de la mañana. Algo me hace clic y me doy cuenta de que estoy enloqueciendo. Me acuerdo de la escena de "Una mente brillante", esa que me hace llorar cada vez. Ella toma la mano de Nash y se la pone en el pecho: "¿Querés saber qué es real? Esto es real." Salí corriendo de mi cuarto y fuí al de Ale, me metí en su cama y la abracé, y la abracé, y me abracé a su piel, a su tibieza, a la respiración de su pecho, a los latidos de su corazón. Y floté. Y aferrado a ella me salvé.
Esa tarde fuimos a la sinagoga con Fer. Muy moderna, muy luminosa. Comenzaron los ritos y de pronto sentí todo el peso del dolor judío. Y de pronto se cantaba y se celebraba. Y de pronto todo volvía a ser insondable triste, y de vuelta explotaba la alegría. Y yo sentí a Juli, estaba ahí. Juli era eso. Y lloré a Juli. Y reí a Juli. Y celebré con ella, en ella, su infinita y breve vida. Y agradecí.
"Es en las misteriosas ecuaciones del amor donde he encontrado las respuestas a la verdad del universo". Lo dijo Nash, lo viví yo. En un papelito Juli a los 5 años dibujó dos ángeles y escribió: "Aunque nos mueramos nos amamos". Lo dijo Juli.. Lo vivo, lo vivo, la vivo.
domingo, 12 de enero de 2014
El alte de ablazal.
Jenny es chinita. Digo, como todas las que conozco, chiquita. Pero tiene 30 y pico y ese cutis insoleado que desconcierta a los estupradores. Llega y misteria La Malfatta. Yo busco almas y esta es figurita difícil de descubrir. Habla inglés, apenas correcto. Busco charlar, se escapa. Apenas le saco algo de info, que nació y se crió en China continental, que el padre vivía en Hong Kong y visitaba a la madre un par de veces al año, que finalmente lograron la visa para reunir a la familia en Hong Kong, y al cabo, el padre no era nada de lo que decía, en especial en lo económico, que al fin los padres se separaron y el se juntó con una pendeja y murió, hace un año. Bueno, ahora que leo, no es poco lo que saqué. Olfateo que "padre" es un tema por el que puedo ablandarla para abordarla. Mi tema, ja. Lo llamo "energía solar". Es algo paternal que tengo y no porque sea un deshijado. Las chicas se abren a mí y me descubren la maravilla que puede ser una mujer cuando no siente que hay sexo sobre la mesa. No es que no lo haya, en realidad, pero improbable y al cabo me interesan más las almas, con acento en "las".
Alguien tan extraño y ajeno me inquieta. Por ahí los chinos no son humanos. O yo no lo soy. Digo, no conozco amor más profundo que el de dos extraños que se abrazan. Y me ocurrió varias veces, en especial en Arizona, con los nativos.
Con un poco de paciencia me entero, a través de mis amigas espías de que en realidad es casada, por conveniencia o arreglo familiar, que trabajó en Australia con el marido, pero él se volvió a Hong Kong y ella quería conocer Latinoamérica. Me sorprende, alguna vez le pregunté si había tenido un gran amor. Nadie, me dijo. También me confesó que fantaseaba con un amante colombiano. "No, argentino, no", me contestó. Y bueno, se lo pierde, y sospecho que me ahorré un mal momento. También me entero de que muchas chinas ricas van a Tailandia a aprender de las putas a cojer. Bah, a complacer a un hombre. Parece que el orgasmo femenino sigue siendo un lujo para pocas.
Un día la acorralo en la mesa. Le hablo de mis tragedias, del amor y la muerte, este par complementario ya lo he vivido, chica sin padre, hombre sin hija. De pronto estalla en llanto. "Ahora", me dije. Me levanté y la abracé. No podía parar de llorar, la Jenny. Y me chocó que, desbordada como estaba, estaba más dura que un poste. No sabía abrazar. No tenía ni idea de lo que era ser abrazada. Ma que sexo, esta chica nunca conoció lo más esencial del afecto.
No hay coincidencias y por eso llega en esos días Dani. Dani tiene 19 dulces años. Es amiga desde Salta el año pasado. Dani tiene candor virginal, y no es metáfora. Una noche, ajeno y enchufado a cigarrillo y compu, me asombro de ver a Dani haciendo un show teatral. Camina, hace gestos y replica distintos encuentros callejeros. Con un desconocido, con un amigo, con una amiga, con un amorcito. Todos imaginarios. Hace parar a Jenny y ocupar el lugar de estos imaginarios. Le está enseñando a saludar con un abrazo. Es comiquísimo, pero Jenny se presta sin chistar. Ay, esta chiquita Dani tiene alma anciana, de las que me gustan.
Hay abrazos que te dejan marcada la sensación en el cuerpo. Como el primero que le dí a papá, cuando yo ya tenía treinta y pico. Como el que me dieron dos navajos desconocidos cuando volví a Flagstaff. Como el de Jenny-poste, pero más como el dulce y agradecido y largo abrazo de despedida que me dejó Jenny.
Alguien tan extraño y ajeno me inquieta. Por ahí los chinos no son humanos. O yo no lo soy. Digo, no conozco amor más profundo que el de dos extraños que se abrazan. Y me ocurrió varias veces, en especial en Arizona, con los nativos.
Con un poco de paciencia me entero, a través de mis amigas espías de que en realidad es casada, por conveniencia o arreglo familiar, que trabajó en Australia con el marido, pero él se volvió a Hong Kong y ella quería conocer Latinoamérica. Me sorprende, alguna vez le pregunté si había tenido un gran amor. Nadie, me dijo. También me confesó que fantaseaba con un amante colombiano. "No, argentino, no", me contestó. Y bueno, se lo pierde, y sospecho que me ahorré un mal momento. También me entero de que muchas chinas ricas van a Tailandia a aprender de las putas a cojer. Bah, a complacer a un hombre. Parece que el orgasmo femenino sigue siendo un lujo para pocas.
Un día la acorralo en la mesa. Le hablo de mis tragedias, del amor y la muerte, este par complementario ya lo he vivido, chica sin padre, hombre sin hija. De pronto estalla en llanto. "Ahora", me dije. Me levanté y la abracé. No podía parar de llorar, la Jenny. Y me chocó que, desbordada como estaba, estaba más dura que un poste. No sabía abrazar. No tenía ni idea de lo que era ser abrazada. Ma que sexo, esta chica nunca conoció lo más esencial del afecto.
No hay coincidencias y por eso llega en esos días Dani. Dani tiene 19 dulces años. Es amiga desde Salta el año pasado. Dani tiene candor virginal, y no es metáfora. Una noche, ajeno y enchufado a cigarrillo y compu, me asombro de ver a Dani haciendo un show teatral. Camina, hace gestos y replica distintos encuentros callejeros. Con un desconocido, con un amigo, con una amiga, con un amorcito. Todos imaginarios. Hace parar a Jenny y ocupar el lugar de estos imaginarios. Le está enseñando a saludar con un abrazo. Es comiquísimo, pero Jenny se presta sin chistar. Ay, esta chiquita Dani tiene alma anciana, de las que me gustan.
Hay abrazos que te dejan marcada la sensación en el cuerpo. Como el primero que le dí a papá, cuando yo ya tenía treinta y pico. Como el que me dieron dos navajos desconocidos cuando volví a Flagstaff. Como el de Jenny-poste, pero más como el dulce y agradecido y largo abrazo de despedida que me dejó Jenny.
miércoles, 19 de junio de 2013
El Viejo.
El Viejo nunca estuvo conmigo; ganas no le faltaron. Cómo sufría,
cuando me miraba, cuando me tocaba. Sus manos eran muy suaves y me
hacían parar los pelitos, como ninguno.
Lo conocí cuando fuimos
con mi amiga y mi hermana a pasar una noche en su estancia. Enseguida me dí cuenta de
que él tenía el refugio que yo andaba buscando. La casa estaba llena de
gente, y enseguida se armó la fiesta. Estuvo bueno. El Viejo no paraba
de mirarme y yo bailaba. Se acerca y me pregunta si no quiero ir a la
pileta. Había mucha luna y caminamos por el parque. Me saqué la ropa y
me metí. El agua tibia me llegaba hasta las lolas. El se metió después..
Hablamos de mí. El quería hablar de sexo, y yo también. Me preguntó por
mi primera vez, pero no le conté la verdad. No recuerdo qué le conté.
El escuchaba y preguntaba. Quería detalles. Eso le gustaba. Yo estaba
ahí nomás de sus manos, pero él no hacía nada. Me miraba, como a un
cuadro. Me preguntó si yo me tocaba. Le dije que no, que nunca. Ahí
pensé que me iba a enseñar. Pero no, no hizo nada. Después jugamos en
el agua, Me enseñó a flotar. Me sostenía en sus brazos, y yo flotaba.
Poco a poco me iba soltando. Ahí le perdí el miedo al agua.
La
segunda fuí en Navidad. Gran fiesta. El Viejo no paraba de sonreirme.
Bailamos toda la noche. Me sentía bien cuando me abrazaba.Ya no me
parecía tan viejo. Es raro, yo tenía dieciséis y él cincuenta y pico.
Estuve con jovatos, pero no tan. A la mañana le pedí venir a vivir con
él. Me dijo que sí.
Me dió una pieza para mí sola. Nunca había
tenido una pieza para mí. Siempre en el cuartucho con mis hermanas. Que
usaban mis cosas. La única vez que estuve sola fue una tarde cuando
tenía doce años, estaba haciendo siesta y entró mi primo y me violó. El
me gustaba y no lo pude parar. Cuando empecé a gritar ya la tenía
adentro. La tenía muy grande. Nunca más me tocó una así. Me dolía pero
era como que yo no estaba ahí, como que estaba viendo una peli. Era
fuerte mi primo. Un toro. Acabó y se quedó quieto. Yo lloraba, pero no
me sentía mal. Tarde o temprano tenía que pasar Ahí entró mamá y sacó a
mi primo del cuarto a las patadas. Después empezó a pegarme. Después
sacó las sábanas con sangre y se las llevó para quemar. En la puerta me
dijo -de esto ni una palabra a nadie-. Y cumplí hasta el día en que se
lo conté al Viejo. El Viejo lloró.
Arregló con papá y mamá para
que no hubiera problemas en llevarme. Mamá con sonrisa grandota, le faltan un montón
de dientes. Papá es flaquito pero pega duro. Ninguno le dijo nada al
Viejo. Agarré lo poco que tenía en un bolsito y nos fuimos. Con el
tiempo el Viejo me fue llenando el ropero.
Vivir en la estancia
fue lindo. Tenía mi cuarto, el Viejo no se atrevía a entrar sin mi
permiso. No le gustaba despertarme. Yo me levantaba, iba al baño y
cuando salía ya me esperaba con el mate y el desayuno y a la cama.
Charlábamos, habla tranquilo y suave. -Bienvenida al día-, me decía cada
mañana-
Las manos del Viejo eran viejas pero sabían. Me gustaban
sus masajes. Estábamos en el sofá y me preguntó si quería un masaje de
pies. -Si querés-, le dije. Se untó las manos con aceite de oliva y me
acarició y masajeó- ¡Qué bien me sentía! El mundo y el Viejo
desaparecían y yo flotaba. De pronto me pregunta si puede masajearme las
piernas. -Dale-, le dije. Muy lentamente, muy concentrado, me fue
masajeando cada pantorilla. Se tomaba todo el tiempo del mundo. No me
miraba.Yo me recosté y cerré los ojos y era como que descubría cada
pedacito de mi piel a medida que él lo tocaba. Fue subiendo poco a poco
por mis piernas, sin apuro, siempre suave, mo dejaba nada sin aceitar.
Yo fui abriendo mis piernas, como que ya no las controlaba. El seguía y
yo ya sabía lo que se venía. Mis pantaloncitos apenas me cubren la
bombacha. Las manos seguían subiendo. Los dedos estaban ya a dos
centímetros de donde yo quería. Cada vez que se acercaban el cuerpo me
temblaba. Y se iban. Así una y otra vez hasta que no pude más. -Uy,
tengo la bragueta abierta-, le dije y lo miré. -Sí-, dijo, se levantó y
se fue. Me fuí al baño a terminar. Mi primera vez.
Un día me
llevó al hospital. Pasamos de sección en sección, hizo que me revisaran
todo. Cuando llegamos a la ginecóloga, yo no sabía qué era eso, me dice:
-Ella te va a hacer preguntas y vos contestás con la verdad. Sentite
libre porque yo nunca voy a preguntar ni saber qué se dijeron-. Salí con
una orden de análisis. Arriba de todo decía "Alto riesgo". Le pregunté
al Viejo y me explicó. Cuando salimos del hospital me regaló una cajita
de forros.
Yo nunca había estado a más de una hora del pueblo y el
Viejo un día me dice: -Quiero que conozcas otro mundo posible para
vos-. Y me llevó a la capital a pasear, y a la costa a conocer el mar, y
hasta la cordillera. El me ponía en esos lugares y me sacaba fotos..
Nunca me pidió nada a cambio y eso que yo estaba siempre dispuesta. Pero
no. Ni siquiera dormimos a menos de tres metros en todo el viaje.
El sabía
de Fede. Había estado un par de veces con él y ahora seguíamos
chateando. Yo estaba enamorada. El Viejo me escuchaba y preguntaba. Un
día fuimos a buscar a Fede y lo trajimos a la estancia. El Viejo fue muy
amable con él. Pero algo pasó. El Viejo nos miraba juntos, me miraba a
mí, lo miraba a Fede, y ya no era el de antes. Esa noche dormí con Fede y
usé los forros. A la mañana siguiente sin decir nada, el Viejo subíó
a Fede al auto y se lo llevó. No entendí nada, Después me dijo
que no había podido dormir esa noche. -Celos-, pensé. Por ahí no, por
ahí caló al turrito que Fede terminó siendo.
Un finde el Viejo se fue solo a
ciudad. Les encargó el cuidado de la casa a dos chicos que estaban de
visita ahí. Se ve que les encargó que no me tocaran un pelo. A mí me
hizo prometer que no llevaría a nadie a la casa. Los finde yo me iba al
pueblo con mi familia, y a ver amigos. En la plaza encontré un par de
chicos y fuimos a la estancia. Chupamos y estuve con los dos, creo. A la
mañana me llevaron al pueblo. A la tarde apareció el Viejo y le dejó a
mamá un bolsón con todas mis cosas. Hace dos años que no lo veo.
Estoy
embarazada. Voy a tener un varón. Y va a ser el único amor
incondicional en mi vida. No sé quién es el padre, esa semana anduve muy
borracha.
domingo, 12 de agosto de 2012
Se murió un buen tipo.
Don Pablo. Técnicamente suegro, pero amigo, padre, compinche, animador de momentos, alegrador de corazones.
Lo conocí el día en que me casé con Ale, cosas que pasan, y nos agazajó con el primero de incontables asados. Don Pablo, maestro asador. No sé cómo, pero te sacaba un asado perfecto en 45 minutos. Hay que ver lo bien que cocinaba, infinito mérito sabiendo que don Pablo carecía del sentido del olfato. Cómo catso hacía?
Nos dieron un dato de buena carnicería en Urdinarrain y allá fuimos con don Pablo. Pasamos tres o cuatro veces por la cuadra donde se suponía que estaba, pero nada. Al cabo descubrimos una pequeña puerta mosquitera y entramos. Era ahí. Estaba casi llena de gente. Don Pablo entra y dice: "Acá es la carnicería, no? Nos dimos cuenta por el cartel luminoso." Había que ver la cara de desconcierto de los paisanos.
Don Pablo adoraba el campo, adoraba el aire libre y el sol. Simpre bien tostado, hasta en invierno, y tenía mucha pinta y unos increíbles ojos celeste esmeralda. Un tipo tremendamente tranquilo, nunca levantaba la voz más que para hacer una broma. Un campechano. Y un humor irónico de aquéllos. A mi me llamaba el Dulce, por mis entonces frecuentes ataques de ira. Después me bautizó el León, por la avidez con que comía sus asados. Todos los que lo amamos tenemos un nombre dado por don Pablo.
Me hizo la pata, la gran pata, en todo el proceso de construir la Malfatta. Estaba Cristobal y dos bolivianos más levantando la primera pared, arriba en los andamios, a todo vapor. Don Pablo en una reposera, tomando sol y observándolos. Cristo le pregunta: "No toma mate, don Pablo?" "No", contesta. "Se pierde el tiempo".
Don Pablo andaba siempre con sus cartones, siempre listo para un partido de truco o de chinchón. Era imbatible, sobre todo al chinchón. Creo que era pura intuición, un natural del chinchón. Hay dones que parecen inútiles, pero no. A mí me enseñó a saber perder.
A don Pablo no le gustaba malgastar y sabía conseguir cosas con nada. Llevaba revistas viejas y chucherías a Almada y las canjeaba por huevos de campo. También envasaba en frascos la miel que producíamos allá. Y llevaba a Buenos Aires huevos y miel y los regalaba como atención a gente clave. Así, con pequeños regalitos, consiguió una pensión y obra social para él y Mercedes. Don Pablo entendía cómo funcionan ciertas cosas.
Con don Pablo compartíamos el gusto por bagayear. Un día mew llama y me dice que encontró tirada una maceta con un arbolito. Voy y la levantamos y la llevamos al campo y plantamos frente a la casa el arbolito, sin saber que árbol era. Al cabo de una año, el árbol prosperó como ningún otro en la arcillosa tierra entrerriana y nos contó su secreto en flor: era un ceibo. Mi árbol y yo, decía él, orgulloso. Un día lo dejé pasmado al mostrarle su árbol, clarito clarito, en Google Earth. Poco antes de que se fuera, le mandé a don Pablo fotos de su árbol, que tiene un cartelito que dice "Don Pablo", por supuesto. No estuve, pero me dicen que su sonrisa fué de las más grandes.
Don Pablo era esencialmente un hombre sensible, sobre todo al dolor. No soportaba ver sufrir a los que amaba. Fué un abuelo adorable para la Yuli, cómo él la llamaba. Poco después de que Juli se fuera, viene don Pablo a verme. Yo había recibido señales de ella. Que estaba bien. Con mamá y Perla. Vivas, de otra manera. Lo escribí en un papel, lo hice un rollo atado con cinta y se lo dí. Es un mensaje de Juli, le dije. Don Pablo no lo abrió, lo guardó y siempre lo conservó.
Yo no conozco triángulo amoroso más fuerte y elevante que el de padre, hija y esposo. Como el que tuvimos don Pablo, Ale y yo. Como el que tuvimos yo, Juli y Sebas. A esos triángulos les agradezco el haberme llevado a un estado de amor que me acompaña y me guía.
Lloré un poco cuando me enteré. Por mí, por Ale, por Agus. Pero me alegré al cabo. Por Juli. Guachita, allá va don Pablo. Y tenés al abuelo Ivo y a la abuela Yiya. Mortales aburridos! La fiesta es allá, en el más allá!
Lo conocí el día en que me casé con Ale, cosas que pasan, y nos agazajó con el primero de incontables asados. Don Pablo, maestro asador. No sé cómo, pero te sacaba un asado perfecto en 45 minutos. Hay que ver lo bien que cocinaba, infinito mérito sabiendo que don Pablo carecía del sentido del olfato. Cómo catso hacía?
Nos dieron un dato de buena carnicería en Urdinarrain y allá fuimos con don Pablo. Pasamos tres o cuatro veces por la cuadra donde se suponía que estaba, pero nada. Al cabo descubrimos una pequeña puerta mosquitera y entramos. Era ahí. Estaba casi llena de gente. Don Pablo entra y dice: "Acá es la carnicería, no? Nos dimos cuenta por el cartel luminoso." Había que ver la cara de desconcierto de los paisanos.
Don Pablo adoraba el campo, adoraba el aire libre y el sol. Simpre bien tostado, hasta en invierno, y tenía mucha pinta y unos increíbles ojos celeste esmeralda. Un tipo tremendamente tranquilo, nunca levantaba la voz más que para hacer una broma. Un campechano. Y un humor irónico de aquéllos. A mi me llamaba el Dulce, por mis entonces frecuentes ataques de ira. Después me bautizó el León, por la avidez con que comía sus asados. Todos los que lo amamos tenemos un nombre dado por don Pablo.
Me hizo la pata, la gran pata, en todo el proceso de construir la Malfatta. Estaba Cristobal y dos bolivianos más levantando la primera pared, arriba en los andamios, a todo vapor. Don Pablo en una reposera, tomando sol y observándolos. Cristo le pregunta: "No toma mate, don Pablo?" "No", contesta. "Se pierde el tiempo".
Don Pablo andaba siempre con sus cartones, siempre listo para un partido de truco o de chinchón. Era imbatible, sobre todo al chinchón. Creo que era pura intuición, un natural del chinchón. Hay dones que parecen inútiles, pero no. A mí me enseñó a saber perder.
A don Pablo no le gustaba malgastar y sabía conseguir cosas con nada. Llevaba revistas viejas y chucherías a Almada y las canjeaba por huevos de campo. También envasaba en frascos la miel que producíamos allá. Y llevaba a Buenos Aires huevos y miel y los regalaba como atención a gente clave. Así, con pequeños regalitos, consiguió una pensión y obra social para él y Mercedes. Don Pablo entendía cómo funcionan ciertas cosas.
Con don Pablo compartíamos el gusto por bagayear. Un día mew llama y me dice que encontró tirada una maceta con un arbolito. Voy y la levantamos y la llevamos al campo y plantamos frente a la casa el arbolito, sin saber que árbol era. Al cabo de una año, el árbol prosperó como ningún otro en la arcillosa tierra entrerriana y nos contó su secreto en flor: era un ceibo. Mi árbol y yo, decía él, orgulloso. Un día lo dejé pasmado al mostrarle su árbol, clarito clarito, en Google Earth. Poco antes de que se fuera, le mandé a don Pablo fotos de su árbol, que tiene un cartelito que dice "Don Pablo", por supuesto. No estuve, pero me dicen que su sonrisa fué de las más grandes.
Don Pablo era esencialmente un hombre sensible, sobre todo al dolor. No soportaba ver sufrir a los que amaba. Fué un abuelo adorable para la Yuli, cómo él la llamaba. Poco después de que Juli se fuera, viene don Pablo a verme. Yo había recibido señales de ella. Que estaba bien. Con mamá y Perla. Vivas, de otra manera. Lo escribí en un papel, lo hice un rollo atado con cinta y se lo dí. Es un mensaje de Juli, le dije. Don Pablo no lo abrió, lo guardó y siempre lo conservó.
Yo no conozco triángulo amoroso más fuerte y elevante que el de padre, hija y esposo. Como el que tuvimos don Pablo, Ale y yo. Como el que tuvimos yo, Juli y Sebas. A esos triángulos les agradezco el haberme llevado a un estado de amor que me acompaña y me guía.
Lloré un poco cuando me enteré. Por mí, por Ale, por Agus. Pero me alegré al cabo. Por Juli. Guachita, allá va don Pablo. Y tenés al abuelo Ivo y a la abuela Yiya. Mortales aburridos! La fiesta es allá, en el más allá!
sábado, 31 de marzo de 2012
La Malfattea. Oda.
Si hablo bien de un hijo mío, nadie puede decir que soy un fanfarrón. Si lo hago de una obra mía, sí, claro. Entonces voy a empezar por decir que La Malfatta no es obra mía. Y lo digo y lo creo.
Desde bebé la escuché a mamá lamentar que la parte de campo que le tocó no tenía casa ni nada. Se trató de una injusticia y para justiciero no me faltan nunca las ganas. Mi primer intento fue en el 89, puse alambrado del casco, molino y represa. Y me fundí. Y me olvidé o me quise olvidar del intento.
La segunda surgió cuando murió mi tío Adalberto. Como un padre para Arturo, que se deprimió y me largó la administración. Yo de vacas y agricultura no sabía nada. Por entonces Julieta tenía seis años. Con Ale estábamos planeando buscar un lugar con verde, para fines de semana y vacaciones. Mirábamos al Uruguay. Y Julieta dijo: "Pero cómo! Nosotros no tenemos campo? Entonces?"
Ale y yo tuvimos que tragarnos el dolor de aquel primer intento fracasado y reconocer la lógica de la pendeja. Juli fue siempre mucho más que mi hija, siempre siempre reconocí en ella a un espíritu superior al mío. Con toda una vida de lamentos de mamá, más la convicción incontestable de Juli, qué me queda a mí sino ponerme a trabajar? Ves? Cómo puedo decir que La Malfatta es obra mía?
En mi Nuevo Nuevo Testamento voy completando los nuevos mandamientos, que todavía no son diez, recién llegué al tercero que dice: "Hay que ser agradecido.".Entonces, te agradezco mamá por romperme las pelotas con la casa del campo, y por bancarte mi administración más que austera para poder hacerla. Te agradezco Juli que me marcaras el camino y me acompañaras todo el tiempo que pudiste. Bah, en realidad lo seguís haciendo. Te agradezco Ale por ser compinche del sueño, por bancarme cuando lo necesité y por hacer de La Malfatta un lugar tan lindo de estar. Te agradezxo Agustín por hacerme la pata durante toda la obra y hasta vivir conmigo aquí. Le agradezxo don Pablo por acompañarme, divertirme y estimularme como un padre. Agradezxo a mis hermanos Arturo y Pablo su falta de ahínco para obstruir mi propósito. Agradezco a mi hermana Marilú, que siempre me entiende más que el resto. Agradezco a mi tía Lolita, que me prohibió hacer una casa prefabricada. Y me agradezco a mí, pero sobre todo a mi amor por estos seres, amor que me sostuvo en este lugar lleno de mi sangre, de mi sudor y de mis lágrimas.
Desde bebé la escuché a mamá lamentar que la parte de campo que le tocó no tenía casa ni nada. Se trató de una injusticia y para justiciero no me faltan nunca las ganas. Mi primer intento fue en el 89, puse alambrado del casco, molino y represa. Y me fundí. Y me olvidé o me quise olvidar del intento.
La segunda surgió cuando murió mi tío Adalberto. Como un padre para Arturo, que se deprimió y me largó la administración. Yo de vacas y agricultura no sabía nada. Por entonces Julieta tenía seis años. Con Ale estábamos planeando buscar un lugar con verde, para fines de semana y vacaciones. Mirábamos al Uruguay. Y Julieta dijo: "Pero cómo! Nosotros no tenemos campo? Entonces?"
Ale y yo tuvimos que tragarnos el dolor de aquel primer intento fracasado y reconocer la lógica de la pendeja. Juli fue siempre mucho más que mi hija, siempre siempre reconocí en ella a un espíritu superior al mío. Con toda una vida de lamentos de mamá, más la convicción incontestable de Juli, qué me queda a mí sino ponerme a trabajar? Ves? Cómo puedo decir que La Malfatta es obra mía?
En mi Nuevo Nuevo Testamento voy completando los nuevos mandamientos, que todavía no son diez, recién llegué al tercero que dice: "Hay que ser agradecido.".Entonces, te agradezco mamá por romperme las pelotas con la casa del campo, y por bancarte mi administración más que austera para poder hacerla. Te agradezco Juli que me marcaras el camino y me acompañaras todo el tiempo que pudiste. Bah, en realidad lo seguís haciendo. Te agradezco Ale por ser compinche del sueño, por bancarme cuando lo necesité y por hacer de La Malfatta un lugar tan lindo de estar. Te agradezxo Agustín por hacerme la pata durante toda la obra y hasta vivir conmigo aquí. Le agradezxo don Pablo por acompañarme, divertirme y estimularme como un padre. Agradezxo a mis hermanos Arturo y Pablo su falta de ahínco para obstruir mi propósito. Agradezco a mi hermana Marilú, que siempre me entiende más que el resto. Agradezco a mi tía Lolita, que me prohibió hacer una casa prefabricada. Y me agradezco a mí, pero sobre todo a mi amor por estos seres, amor que me sostuvo en este lugar lleno de mi sangre, de mi sudor y de mis lágrimas.
lunes, 5 de diciembre de 2011
The Phoenix. 1.
Rainy Vancouver. What to do there? I don't know. Waiting for nothing. Doing nothing. I miss Julieta. That's all I do. There's a song from the Phantom of the Paradise movie that's meaningful to Julieta and me. The song is "special to me", sung and danced by Jessica Harper as her character, Phoenix. I fell in love with her, many years ago. Julieta knew it and was practicing to sing and dance it for me in that October when she was killed. Close to her school there's a plaza where Juli's friends wrote in her honor a phrase from the song: "You'll only get hurt if you fall".
Now that she is not physically present, I find ways to connect to her, to honor her life, to love her. "Special to me" by Julieta-Phoenix is one. It makes a lot of sense. Phoenix, rebirth through flames. "flaming burial site exclusive as my dead ones like it" was Julieta's last e-mail address. She knew. Her shrink saw a flaming bird in an ancient native cemetery in Patagonia, days after her death.
I find the song in Youtube. I watch her, I imagine her, I cry her. My Juli, my Phoenix, my soulmate. Next morning something tells me I have to leave Vancouver. Where to?, I ask myself. A guy opens a newspaper and I read "Phoenix". It makes sense. Phoenix, Juli, Phoenix suns, Vancouver rains. It makes the kind of nonsense sense that I try to rule my life with. Like making decisions through my three dices. Three red dices I found in Julieta's violet backpack that someone recovered from the accident site. Red. Rubedo. The color of fire.
Driving down to Arizona. No freeways, please. Which way? Roll it. Whatever you think is best is not. Roll it man! Let the spirit guide you. Let chance show you the way. Your mind is too dumb for this universe.
Now that she is not physically present, I find ways to connect to her, to honor her life, to love her. "Special to me" by Julieta-Phoenix is one. It makes a lot of sense. Phoenix, rebirth through flames. "flaming burial site exclusive as my dead ones like it" was Julieta's last e-mail address. She knew. Her shrink saw a flaming bird in an ancient native cemetery in Patagonia, days after her death.
I find the song in Youtube. I watch her, I imagine her, I cry her. My Juli, my Phoenix, my soulmate. Next morning something tells me I have to leave Vancouver. Where to?, I ask myself. A guy opens a newspaper and I read "Phoenix". It makes sense. Phoenix, Juli, Phoenix suns, Vancouver rains. It makes the kind of nonsense sense that I try to rule my life with. Like making decisions through my three dices. Three red dices I found in Julieta's violet backpack that someone recovered from the accident site. Red. Rubedo. The color of fire.
Driving down to Arizona. No freeways, please. Which way? Roll it. Whatever you think is best is not. Roll it man! Let the spirit guide you. Let chance show you the way. Your mind is too dumb for this universe.
The Phoenix. 2.
I am coming down to Phoenix. It's getting late. I check the map. The Grand Canyon. Should I take a look at it? Dice say yes. It's too dark. Where to stop? Flagstaff? What the hell is that? There are a couple of hostels there, though. Should I stop there? Dice say yes.
The Grand Canyon hostel is fine. I check in for the night. The guy at the desk is funny. A leprechaumish air. While going through the check in motions he farts. We all have to leave the room for a while. This is what I call a very good omen. His name is Meric. America with no A.
Two weeks have gone by. Day after day, I decide, it decides, she decides to stay one more night. I am changing. Someone takes a photo of me. I can't find there the sad man I was only a fortnight ago. I make friends. I do service. I try to connect through the love that Julieta taught me through our sixteen years of togetherness. I feel the love of the universe sorround me. I give love. But I am not in love. I can only be in love with Juli.
I promised to go to Phoenix, that was the sign. So I am reluctanly waiting for a new sign to move on. One night Meric moves me from room six, destiny, to room seven, sign. That night I can't sleep at all. A big black guy enters the room and turns the light on. I shout him to turn it off. He starts to mother fuck me in all possible ways. He is big, he is angry, I'm scared. He finally calms down, but I leave the room. Sleepless night. Why on earth did the godess sent me this guy? I have a special connection with the suffering peoples, jews, blacks, natives. This is a hard message. What did I did wrong?
I go outside for a smoke and out of the blue a native american comes and says hi! He offers me a beer. We drink. He is smooth. A cool guy. I tell him what happened with the black guy. He says: "I used to be an angry man like him. My father used to beat me badly. One day I fought back and beat him. I felt miserable. I went to my momm and ask her for help. She said that I had to go to the mountains and ask the spirits for help. The spirits are strong there, not here in the cities. But she warned me to go with an open heart."
This guy was soo cool, so sedative. It was hard to imagine him an angry man. So there's my sign, I said to myself. I'll go to Phoenix now, and look for the mountain for me, where I will ask for the spirits help. I have this pain and this fear in my heart. I don't want them.
The Grand Canyon hostel is fine. I check in for the night. The guy at the desk is funny. A leprechaumish air. While going through the check in motions he farts. We all have to leave the room for a while. This is what I call a very good omen. His name is Meric. America with no A.
Two weeks have gone by. Day after day, I decide, it decides, she decides to stay one more night. I am changing. Someone takes a photo of me. I can't find there the sad man I was only a fortnight ago. I make friends. I do service. I try to connect through the love that Julieta taught me through our sixteen years of togetherness. I feel the love of the universe sorround me. I give love. But I am not in love. I can only be in love with Juli.
I promised to go to Phoenix, that was the sign. So I am reluctanly waiting for a new sign to move on. One night Meric moves me from room six, destiny, to room seven, sign. That night I can't sleep at all. A big black guy enters the room and turns the light on. I shout him to turn it off. He starts to mother fuck me in all possible ways. He is big, he is angry, I'm scared. He finally calms down, but I leave the room. Sleepless night. Why on earth did the godess sent me this guy? I have a special connection with the suffering peoples, jews, blacks, natives. This is a hard message. What did I did wrong?
I go outside for a smoke and out of the blue a native american comes and says hi! He offers me a beer. We drink. He is smooth. A cool guy. I tell him what happened with the black guy. He says: "I used to be an angry man like him. My father used to beat me badly. One day I fought back and beat him. I felt miserable. I went to my momm and ask her for help. She said that I had to go to the mountains and ask the spirits for help. The spirits are strong there, not here in the cities. But she warned me to go with an open heart."
This guy was soo cool, so sedative. It was hard to imagine him an angry man. So there's my sign, I said to myself. I'll go to Phoenix now, and look for the mountain for me, where I will ask for the spirits help. I have this pain and this fear in my heart. I don't want them.
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