Los muertos son descalzos, viste? No sé por qué, pero no los imagino con zapatos. Cada vez que veo zapatos tirados en la ruta pienso en muertos. Algunos muertos también eran descalzos cuando vivos. Les gustaba andar en patas. Están mejor conectados a la tierra, al mundo, a la creación. Juli adoraba andar en patas. Las tenía sucias. Siempre.
Cuando entré a la sala que hacía de morgue Juli estaba solita, muy blanca, serena. Hermosa. Lo segundo que miré fueron sus pies. Sucios. Y en medio de esa locura de dolor tuve un remanso de alegría, de verla tan bella, tan perfecta y tan ella con sus patitas sucias. Dije: "Juli, qué nos han hecho?'
Se puede llamar locura de dolor, pero lo que yo experimenté esos días fué lucidez. Y éxtasis de amor. "Aunque nos mueramos nos amamos", escribió Juli a los 6 años en un papelito que aun tengo. Y dibujó dos angelitos. Esa es la exacta descripción de mi vida desde qiue se fué. Sólo el amor vence a la muerte. Y así es mi amor. En esos días de loca lucidez me sentí el Juan Bautista, no mi bisabuelo, el otro. Y bauticé y di nombre a mis queridos. Y a Agus le puse Pan de Leche, y a Ale, Llave de Corazones, y a Juli, Mariposa Patasucia.
En el colegio Ecos hay una obra que recuerda a los muertitos. Es una cerámica muy colorida. El artista me anduvo buscando para que le bajara línea sobre cómo representar a Juli. Al cabo le dije: "Una mariposa. Los colores son negro, violeta y amarillo". Negro era el color de la ropa de Juli. Los seres sagrados visten de negro para absorver el mal del mundo. Violeta era su color favorito. Es color de lo sagrado en la tierra. Amarillo es la dios, el estado de gracia divina. Es el estado del espíritu de Juli.
Apenas conocía a Gise, la mejor amiga de Juli en el Ecos. Me llamó para decirme que la mariposa era perfecta y que ella así la quería ver a Juli. "Juli es nueve", le dije. "Yo creo que es diez", me contestó. Y diez es dios. La dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario